Nuestra perspectiva
Cuando comencé mi trasegar de la producción cinematográfica a la publicitaria todavía existía la idea de que las verdaderas agencias publicitarias eran las globales.
En aquel entonces era un cineasta influenciado por el Dogma 95 de Lars y Thomas. Del cine de 8 mm disparado con cámaras de mano. Del hacer películas en MiniDV mezclando la realidad y la ficción en historias que rompían los paradigmas de lo que alguna vez fueron géneros y formatos inquebrantables.
No sé si lo hacíamos por rebeldía de auto llamarnos los nuevos contadores de historias o de cineastas del tercer mundo sin un peso en el bolsillo. La realidad es que esto, más la democratización de la tecnología audiovisual, terminaron por transformar la industria del cine. Y lo mismo le pasó, afortunadamente para los creativos independientes como yo, al mercado publicitario.
Cada vez es más común encontrarse en los grandes festivales agencias que al igual que en nuestra juventud cuando nos atrevimos a romper esquemas en el cine, la están rompiendo con una creatividad colosal que logra cristalizarse en proyectos con alcances envidiables para las centrales de medios. Gracias a los fenómenos de viralización en las comunidades digitales, logramos campañas con un ROI que ningún planner de corbata hubiese podido pronosticar.
En Latinoamérica si bien las agencias globales todavía dominan los grandes presupuestos, habemos aquellos osados que nos atrevimos a soñar. Los medianos y algunos grandes anunciantes ya están viendo en nosotros los independientes, talentos que se atreven a romper esquemas y pensar diferente. Con respuestas más rápidas, atención personalizada y aunque cueste admitirlo, costos más bajos.
Lo más positivo, es el aporte al crecimiento de una industria que emplea principalmente recién egresados. Muchos técnicos, tecnólogos, profesionales de pregrado en diseño, producción audiovisual, periodismo, publicidad y mercadeo digital comienzan su carrera en estas agencias. El mercado se ha dinamizado y el gran reto es poder garantizar un empleo de calidad, bien remunerado y que se les presente a estos jóvenes alternativas atractivas para el crecimiento profesional.
También es justo admitir que algunos colegas, con el afán de conseguir cuentas han desestabilizado el mercado de precios. Y algunos anunciantes pescan en río revuelto estableciendo sus propias condiciones de contratación destacándose en los plazos de pago “quiebra empresas” y en ponerle su propio valor a las ideas.